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sábado, 20 de julio de 2013

Cuento: La Providencia


Un caminante llegó cansado y se recostó al pie del tronco de un hermoso cerezo.

Viendo en las ramas las sabrosas y abundantes cerezas empezó a decir entre sí: “¿Por qué no habrá hecho Dios que las cerezas fuesen grandes como los melones?”.

Mientras hablaba de ese modo, sacudió las ramas del árbol una ráfaga de viento y desprendiéndose algunas cerezas cayó una de ellas sobre su nariz.
El caminante entonces exclamó:

─  “Bendito sea Dios, porque ha hecho las cerezas tan pequeñas, pues de haber sido como yo deseaba, me hubiera quedado ahora sin nariz y aún sin vida”.





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