Cierto día,
Rafaelito le preguntó a su mamá: - ¿Por qué será que mis compañeros no quieren
jugar conmigo?
La mamá,
que conocía el carácter impulsivo de su hijo, comprendió por qué sus compañeros
actuaban así. Por eso le contó esta historia:
"Una
vez, un erizo halló a un conejo que jugaba en el campo".
- ¡Qué dichoso eres tú! - le dijo el
erizo: Mientras tú juegas con tus amigos, yo vivo solo, porque todos huyen de
mí.
- Lo siento contestó el conejo. Pero tú
tienes la culpa de estar solo. Si quieres tener amigos, esconde esas púas de
las que siempre andas cubierto".
Apenas oyó
esto Rafaelito, comprendió que la historia se refería a él. Desde ese momento
decidió controlar su carácter y poco a poco ha llegado a ser un niño amable.
Ahora tiene muchos amigos e incluso es amigo ahora de los súper amigos.
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