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sábado, 25 de enero de 2014

Cuento: Los Hermanitos Inseparables



Había una vez un niño y una niña que eran hermanos, y que siempre les gustaba caminar juntos, jugar los dos, no se podían separar por mucho tiempo. Pero lo más curioso era que sus papás los habían puesto a estudiar en colegios distintos.

Cierta vez su papá lo llevo a su hijito menor Nike a jugar fulbito, hasta que en una jugada sin trascendencia el niño se torció el tobillo y fue llevado de urgencia a un centro de salud. Su hermanita Fanny que no sabía nada, se encontraba en su casa en compañía de su mamá, de pronto Fanny se sintió triste, dejo de hacer sus tareas y le dijo a su mamá que su corazón de pronto sentía mucha pena por su hermanito. Al instante recibieron una llamada telefónica de su papá, quien les comunicaba que Nike se había torcido el tobillo y que ya estaba en buenas manos.  Fanny al enterarse de lo ocurrido a su hermano, salió corriendo a la calle con dirección al centro de salud más cercano, pero al intentar cruzar la calle a toda prisa, piso mal, ¿y qué creen ustedes que paso?... ¡También se torció el tobillo!. Su mamá que salió tras ella tuvo que auxiliarla y la llevo de inmediato al mismo centro de salud que su hermano.

Al llegar allí Nike y Fanny se vieron, se quisieron saludar, pero no pudieron, sólo tuvieron que contentarse con mirarse,  y aguantar el dolor que les aquejaba, pero el destino los hizo juntar otra vez, pero en otras circunstancias. El padre y la madre  no lo podían creer lo que les estaba pasando a sus hijos.

Los papás pasaron la tarde y la noche junto a sus hijos y al día siguiente les dieron de alta y los llevaron a su casa. Nike se había torcido el tobillo derecho y Fanny el tobillo izquierdo, es así que cuando tenían que ir al jardín de su casa a tomar aire fresco, ambos iban apoyados uno del otro, eran inseparables, se querían mucho. Sus papás decía que eran uña y carne.

Los días pasaban casi volando para los niños que jugaban casi todo el día, conversaban, y se paraban riendo de todo. Uno de tantos juegos favoritos que tenían era:  − “¡Cómo ambos nos hemos torcido el tobillo!, haber ¿Quién encuentra primero? … Un jaboncillo, un ladrillo, un rastrillo, un membrillo, un tornillo o un anillo!”. Y así se la pasaban jugando. También se daban tiempo para ponerse al día y hacer las tareas del colegio. Hasta que llego el momento que les quitaron el yeso. Poco a poco siguieron su terapia de rehabilitación hasta que quedaron totalmente recuperados. Al culminar el año escolar ellos salieron con notas sobresalientes, en sus respectivos grados.

En cierta ocasión Fanny le dijo a su papá que le encanta estar con Nike y que le gustaría que en vacaciones fueran de paseo a la selva. Es así que sus padres como estaban súper contentos por tener unos hijos muy aplicados en sus estudios, planearon el viaje a la selva y se fueron con ellos. Esos días para los niños fueron los más lindos de sus vidas, iban de un lado para el otro juntos, mirando el maravilloso paisaje de la selva, jugaron hasta más no poder, la mayoría de veces se ponían hojas para estar a tono con la verde naturaleza y al cabo de una semana regresaron muy felices a su casa y vivieron agradecidos a sus padres por hacerles pasar momentos mágicos.

Hasta que llegó un día en que se tenían que separar sí o sí. Fanny había terminado el colegio y había ingresado a la universidad. Estar estudiando en la “U” le demandaba estar casi todo el día, en cambio Nike, todavía seguía en el colegio, así que sólo se podían ver los hermanitos por las noches, momento en que se ponían a conversar de todo lo que les había pasado durante el día. La noche, ellos la convertían en día.

Así de unidos vivían los hermanitos inseparables, tratando de verse lo más que podían, pero las actividades que cada uno efectuaba les impedía que pasaran juntos todo el día, pero aún así eran los seres más felices de este mundo.

Autor: Rusvel Benavente. 2014. Chiclayo - Perú


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