Contuvo un instante la respiración,
clavó las uñas en las palmas de sus " manos, y dijo, muy rápido:
"Estoy enamorado de ti". Vio que ella enrojecía bruscamente, como si
alguien hubiera golpeado sus mejillas. [...]
Aterrado, sintió que la confusión
ascendía por él y petrificaba su lengua. Unos minutos antes, entre la multitud
que circulaba por el Parque Central de Miraflores, Miguel se repetía:
"Ahora. Al llegar a la avenida Pardo me atreveré". Y antes todavía,
en la iglesia, mientras buscaba a Flora con los ojos, la divisaba al pie de una
columna y, abriéndose paso con los codos sin pedir permiso a las señoras que
empujaba, conseguía acercársele y saludarla en voz baja, volvía a decirse,
tercamente, como esa madrugada: "No hay más remedio. Tengo que hacerlo hoy
día. En la mañana". Y la noche anterior había llorado, por primera vez en
muchos años... La gente seguía en el parque; caminaban por la alameda, bajo los
ficus de cabelleras altas y tupidas. "Tengo que apurarme, pensaba Miguel,
si no, me friego". Miró de soslayo alrededor: no había nadie, podía
intentarlo. Lentamente fue estirando su mano izquierda hasta tocar la de ella;
el contacto le reveló que transpiraba. Imploró que ocurriera un milagro, que
cesara aquella humillación. "Qué le digo; pensaba, qué le digo". Ella
acababa de retirar su mano y él se sentía desamparado y ridículo. Todas las
frases radiantes, preparadas febrilmente la víspera, se habían disuelto como
globos de espuma.
—Flora —balbuceó—, he esperado
mucho tiempo este momento. Desde que te conozco solo pienso en ti. Estoy
enamorado por primera vez, créeme, nunca conocí una muchacha como tú. —Mira,
Miguel —dijo Flora; su voz era suave, llena de música, segura—, no puedo
contestarte ahora. Mi mamá no quiere que ande con chicos hasta que termine el
colegio.
—Todas las mamás dicen lo mismo,
Flora — insistió Miguel—. ¿Cómo iba a saber ella? Nos veremos cuando tú digas,
aunque sea solo los domingos. —Ya te contestaré, primero tengo que pensarlo
—dijo Flora, bajando los ojos. Y después de unos segundos añadió: —Perdona,
pero ahora tengo que irme, se hace tarde.
Vargas Llosa, M. (1973) Los jefes.
Buenos Aires. Ediciones Corregidor.
Buenos Aires. Ediciones Corregidor.
p) 74 - 75.(Adaptación)
MENSAJE:
El amor existe y aflora en los
adolescentes de manera similar, por eso a los hijos hay que comprender y aconsejar.
COMPRENSIÓN DE LECTURA:
NIVEL LITERAL:
1. Quienes son los personajes principales de este
texto?
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2. ¿Qué ocurrió cuando Miguel tocó la mano de
Flora?
____________________________________
3. ¿Por qué Flora no quería aceptar el amor de
Miguel?
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NIVEL INFERENCIAL:
1. Explica qué significa la palabra “tupidas”
____________________________________
2. ¿Por qué Miguel lloraría la noche anterior?
____________________________________
NIVEL CRÍTICO:
1. ¿Cómo actuaría en el lugar de Miguel o de Flora?
____________________________________
2. Comenta sobre los argumentos de Flora para no
aceptar a Miguel.
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3. ¿Crees que Miguel expresó correctamente su amor?
¿Por qué?
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