Había una vez un señor llamado Rusvel Benavente, que
vivía en una hermosa y calurosa ciudad del norte del país. Allí pasó bellos y
gratos momentos junto con su familia y amigos. En cierta ocasión se reunieron
un grupo de amigos y comenzaron a hablar de la edad, cuando le preguntaron a
don Rusvel por su edad, el respondió:
—¡Yo tengo 49 años!
—¡Uy caray, estoy cerca de cumplir 50 años!
Sus amigos al escuchar eso, le dijeron:
—Hay que dar gracias a Dios por permitirnos vivir
medio siglo, porque aquí casi todos somos promoción.
Y así entre ese y otros temas se termino esa amena
conversación.
Cuando ya faltaban 10 días para cumplir los 50 años,
don Rusvel pensaba:
—Ya han pasado casi 50 años, y creo que he cumplido
con tener una familia que adoro, a la cual no le falta nada.
—Pero quisiera vivir más para ver a mis nietos
correr, charlar con ellos, en fin, quiero vivir más años. ¿Cómo lo hago?
Un día estando en el parque principal de la ciudad
de Chiclayo, se encontró con don Roberto, con quien converso largo y tendido, Allí
en esa conversación don Rusvel le comento que iba a cumplir 50 años y que quería
vivir más años para gozar a sus nietos o que quería detener el tiempo. Don Roberto al respeto le dijo:
—Mira compadrito, no se preocupe por la edad; por lo
que se debería preocupar es por tener vida y salud, y para eso hay que cuidarse
y comer naturalmente y por su puesto
hacer sus ejercicios.
Entonces don Rusvel le dijo:
—Tienes muchas razón Roberto, te hare caso.
En otra ocasión se encontró por la calle con don
Rigoberto, un conocido de él que llevaba una vida agitada y muy desordenada el
cual le dijo:
—¡Me he enterado que vas a cumplir 50 años Rusvel!.
La verdad que tener 50 años significa estar viejo amigo, yo te aconsejaría que
vayas redactando tu testamento, porque ya con esa edad no se puede estar seguro
en esta vida.
Don Rusvel al escuchar esas duras palabras se despidió
rápido de Rigoberto, se dirigió muy deprimido a su casa. Allí se fue directo a
su dormitorio.
Su esposa que lo vio ingresar fue rauda a ver qué
sucedía con su adorado esposo. Toco la puerta y no respondía; insistió varias
veces hasta que por fin pudo entrar a conversar con Rusvel. Allí conversaron casi toda la tarde, hasta que
de ese dormitorio salió un señor risueño, totalmente positivo y con muchas
ganas de vivir.
Pasaron los días y cuando faltaba un día para
cumplir los 50 años, don Rusvel volvió a caer deprimido y para mala suerte se topó
en su camino con un amigo que también estaba próximo a cumplir 50 años. Así que
los dos caminaron conversando sin rumbo casi todo el día. Su amigo y compañero
de caminata, don Ruperto le pregunto a Rusvel:
— ¿Quién es el responsable que nos manda los 50
años?
—Cada año de vida, nos lo manda el señor Tiempo que
está casado con la señora Vida. Ellos son los responsables de nuestras edades,
respondió Rusvel.
— ¡Ah ya!, tengo una idea dijo don Ruperto.
—Cuando venga el Señor Tiempo trayéndonos los 50
años, no lo dejamos pasar y listo.
—Ruperto así no son las cosas. Todo está programado
en la vida, los años te llegan ese día quieras o no.
—Entonces, ¿Qué hacemos?, exclamó don Ruperto.
—¡Nada, nada de lo que tú piensas podemos hacer!.
Mira hay que ser inteligentes. Prepara a tu mente para recibir los 50 años,
nada más podemos hacer. Pero a pesar de saber lo que tenía que hacer, don Rusvel
seguía con una depresión por la proximidad de su cumpleaños número 50.
Luego, ambos regresaron muy de noche a sus casas.
Don Rusvel, fue recibido por su esposa y sus hijos. Gracy la última hija le
dijo:
—Papi, ¿Dónde has estado?, hemos estado muy
preocupados por ti. Te notamos triste, aunque lo niegues. Si te preocupa la
llegada de tus 50 años, yo te voy a decir algo:
—A nosotros tus hijos, tu familia, nos importa
solamente tú. No nos importa si eres joven, adulto o anciano. Te queremos a ti
tal cual cómo eres, con años de más o con años de menos. Eso tenlo siempre
presente. Mañana que es tu cumpleaños estaremos todos unidos y nos divertiremos
contigo, y nadie te quitara lo bailado, lo comido y todo aquello bonito que
haremos mañana. Así que ánimo y a descansar, que mañana será un lindo día.
Don Rusvel con el rostro totalmente iluminado por
las sabias palabras de su princesa, abrazo a su hijita y a toda su familia y dijo:
—Es verdad hijita todo lo que dijiste. Me has hecho
reflexionar a pesar que eres pequeñita. Mañana estaré listo para recibir como
se merece mis años dorados.
Al día siguiente don Rusvel lo primero que hizo fue
agradecer a Dios por darle unos años maravillosos y a su familia por estar ahí
siempre unida. Luego exclamo: ¡Bienvenidos mis 50 Años!. Y así don Rusvel
celebro con mucha alegría y con toda su familia su cumpleaños número 50, dejando
atrás todas esas dudas y tristezas y lo
pasó mejor de lo que él se había imaginado para felicidad de todos, y así vivieron
felices para siempre.
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