− ¡Ya te he dicho Panzhito, miles de veces, qué
la navidad no es felicidad!, -¡entiéndelo de una buena vez!.
− ¡Pero mamá, la profesora nos ha dicho que la
navidad es alegría, es amor, es compartir, es felicidad!
− ¡Pues dile a esa maestra, que la navidad
significa: NADA EN LA VIDA ES FELICIDAD!, −
¿Entendiste Panzhito?, ¡Métete eso en la cabeza!
− ¡Pero mamá!
− ¡Nada Panzhito, ya cállate, y déjame en paz,
que tengo miles de cosas por hacer, para poder sobrevivir en esta vida!
Entonces
Panzhito se fue cabizbajo, meditabundo, y sollozando a sentarse en un rincón de
su humilde morada. No le pudo pedir nada
a su mamá. Su cabecita se imaginaba tener al menos una pelotita para navidad.
En
el colegio la profesora le pregunto:
− ¿Qué te pasa Panzhito, porque estás muy
triste? ¡Vamos cuéntame!, ¡Yo te voy a
ayudar!
− ¡Mi mamá es muy pobre, mi papá nos abandonó!,
¡Mi mamá trabaja haciendo de todo!.
− ¡Qué pena Panzhito, no sabía eso!, ¡pero yo
te voy a ayudar!, ¡Te lo prometo, mañana después de salir del colegio nos vamos
a visitar a tu mamita!.
− ¡Gracias profesora!.
Al
día siguiente la profesora y Panzhito se fueron a su casa. Panzhito toco la
puerta y nadie le habría. La profesora y él se comenzaron a preocupar y con
ayuda de los vecinos abrieron la puerta, ingresaron y la encontraron a doña Natividad
postrada en su humilde cama retorciéndose de dolor. Inmediatamente la
condujeron a la posta médica más cercana, allí la atendieron y la estabilizaron.
La profesora estuvo con ellos hasta el final del día, pero le dijo a Panzhito
que estaría pendiente de ellos.
Ya
de regreso en casa la mamá de Panzhito, aun convaleciente, llamo a su hijo a su
lado y le dijo:
− ¡Hijito, si me pasara algo, recuerda que te
quiero mucho, te quise dar todo, pero no pude, perdóname, siento que las
esperanzas y mis fuerzas me abandonan!
− ¡Mamaaaaaaaá, no me abandones!, ¡Tú eres lo
que más quiero en la vida, y lo único que tengo!, ¡Te quiero mucho mamita!.
Madre
e hijo se abrazaron muy fuerte, y las horas pasaban, y ellos ahí seguían
juntitos, como dos siameses unidos por el amor y sin comer aún nada. De pronto
esa noche sintieron tocar su puerta, entonces Panzhito fue haber sigilosamente,
miro por un huequito de la puerta y reconoció a su profesora y grito con
alegría:
− ¡Mamá es mi profesora!, ¡Es mi profesora!
− ¡Hazla pasar hijito!
Entonces
Panzhito la hizo pasar: La profesora les confesó que no podía dejarlos solos
nunca más y que venía por ellos. Doña Natividad no sabía cómo agradecerle, se
le caían las lágrimas de alegría y a Panzhito se le encendió su carita de
felicidad.
De
inmediato cogieron sus pocas cosas que tenían en su casita y se fueron con la
profesora que era aún soltera y que vivía muy bien.
A
los pocos días llegó la navidad. La profesora les regalo ropa, y a Panzhito lo
engrió como a un hijo, le compro muchos juguetes. La profesora se sentía muy
feliz de ver a doña Natividad feliz, y ella se sentía también feliz de ver a su hijo feliz y por eso dijo:
− ¡Yo que pensaba que nada en la vida era
felicidad!, ¡Me equivoque!, ¡Porque nunca en mi vida había tenido una navidad feliz!
− ¡Ahora puedo decir, que la Navidad, es uno de los momentos en el que nace la felicidad!.
Y
aquí se acaba este cuento, esperando hayas pasado un grato momento.
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